“El helicóptero chocó con los cables que cruzan la ruta, luego subió y volvió a caer. Pensé que se me venía encima”, aseguró en junio de 1995 Lorenzo Epifanio Siri, uno de los testigos de la caída de la aeronave en la que viajaba Menem Jr. y el primero en fallecer luego de declarar en la causa.
Eran las 11:40 hs aproximadamente cuando el helicóptero de Carlitos cayó a tierra, a la altura del Km 211,5 de la Ruta 9. El impacto produjo que la aeronave quedara destrozada e hizo que Silvio Oltra falleciera en el acto, a diferencia de Carlos Menem Jr. que fue retirado con vida de entre los restos del helicóptero.
Testigos directos del hecho han declarado en la causa que Carlitos se quejaba, hablaba, movía las manos y la cabeza. Fue en ese preciso momento cuando empezaron a juntarse los curiosos. Uno de ellos, Samuel Abeldaño, un camionero que casualmente estaba en el lugar, se metió debajo del helicóptero y cortó el cinturón de seguridad de Carlitos.
Inmediatamente después de sacarlo, se dieron cuenta de que estaba tragando sangre y optaron por colocarlo de costado, apoyando su cabeza en una chapa. Todavía no sabían de quien se trataba. En seguida lo trasladaron al Hospital San Felipe de la Ciudad de Ramallo, no sin antes dejar en el trayecto un inexplicable hueco de tiempo: casi 20 minutos dando vueltas sin sentido.
Según una fuente entrevistada oportunamente por este periodista, quienes manejaron la ambulancia, fueron personas vinculadas con Andrés Antonietti. Este punto es realmente interesante ya que, en relación al traslado de Menem Jr., ha quedado claro es que unos testimonios contradicen a otros y nadie se pone de acuerdo en el relato judicial de lo sucedido.
Hasta el día de hoy, por ejemplo, nadie ha explicado por qué se encontraba una ambulancia con personal de la Policía de Santiago del Estero esperando justo frente a la Estación de Servicio ESSO donde se encontraba el helicóptero y justo a la misma hora en la que se había atentado contra la vida del hijo del Presidente.
Esa ambulancia no contaba con los elementos mínimos necesarios para poder asistir a una víctima que evidenciaba síntomas tan graves como los que mostraba Carlitos. No contaba, por ejemplo, ni con cuello ortopédico, ni con oxígeno.
Y dónde está la custodia?
Fue en la misma mañana del nefasto 15 de marzo de 1995 que Carlitos se enteró que dos de sus custodios no iban a acompañarlo en su trayecto a Rosario.
Los oficiales Barcelona, Bauer y Noriega se dirigían —junto al hijo del Presidente— en un Renault 18 oscuro hacia la Residencia de Olivos. Fue durante ese trayecto que Junior supo que dos de ellos no iban a escoltarlo en el viaje a Santa Fé. Desconcertado y sin entender el por qué de tal decisión, se resignó al pensar que el destino había querido que las cosas fueran así.
A la Pathfinder negra en la que viajaría su jefe de custodia, se había sumado un automóvil Spirit blanco con tres oficiales más (que debían haber sido cuatro): Carlos Ruiz, Adolfo Vallejos y Héctor Rodríguez.
Los vehículos, ocupados por custodios y amigos de Carlitos, tenían la consigna de seguir al helicóptero por la Ruta Nacional Nº 9, tratando de permanecer siempre debajo del mismo e intercomunicándose por medio de Handys y celulares.
Al principio se manejaron tal como se había previsto pero, imprevistamente, ambos vehículos se detuvieron en un parador ubicado en el Km 191,5 de la Ruta, casi 20 Km antes de que el helicóptero se precipitara a tierra.
Según declararon posteriormente Oscar Barcelona y Cesar Perla, jefe de custodia y amigo personal de Carlos Menem Junior respectivamente, se detuvieron en la gomería El Pito para cambiar una goma de la camioneta de la custodia que —según ellos— poco antes había pinchado. En la misma declaración hicieron saber que pensaban volver a detenerse en la Estación de Servicio del Km 211.5 —justo frente donde cayó el helicóptero— para cargar combustible.
Suena totalmente absurdo que, tratándose de la vigilancia de alguien que venía siendo amenazado de muerte y que era ni más ni menos que el hijo del Presidente de la Nación, la custodia no haya tomado el recaudo de llenar el tanque de nafta para no tener que detenerse.
Respecto a la goma de la camioneta, nunca apareció la que estaba pinchada. Suena asimismo extraño que no hayan cambiado la cubierta los mismos custodios. Oscar Barcelona aseguró que esto había sido así porque habían perdido la llave de seguridad, cosa que fue desmentida por el encargado de la gomería, quien declaró que la misma se encontraba debajo del asiento trasero de la Pathfinder.
Es extraño que a pesar de las constantes contradicciones que se desprenden por parte de quienes debían acompañar a Carlitos, el recorrido de los autos que iban por tierra no haya sido investigado por los jueces en la causa. Ni siquiera frente a lo poco creíble de algunas afirmaciones que se han hecho en la causa. Por ejemplo, según el oficial Noriega, en el mismo momento que caía la aeronave, recibió por el “motorola” del Renault 18 un llamado del Oficial Ferrari (asignado a la custodia de Zulema Yoma) haciéndole conocer el trágico suceso, mientras que el Oficial Bauer aseguró que Ferrari les avisó que había habido un accidente cuando ya estaban en Olivos y que, previamente habían escuchado por la “motorola” un aviso de la caída del helicóptero en Ramallo, cuando estaban estacionados frente a un banco, pero no lo habían relacionado.
No llamó la atención de los investigadores que, a pesar de que Barcelona y Perla aseguraron que en la camioneta negra solo viajaron ellos dos, el encargado de la gomería y el propietario del parador “Bahamas”, ubicado a su lado, declararon que de la Pathfinder habían descendido tres personas.
Tampoco llamó la atención de las autoridades que se dijera que los ocupantes de la camioneta sólo llevaban un teléfono celular (propiedad de Cesar Perla) para comunicarse con el helicóptero, mientras que el responsable del parador afirmó que le había llamado la atención la cantidad de “aparatos de comunicación que llevaban”. Hay que agregar a lo dicho que desde el celular declarado sólo pudieron comunicarse una vez, siendo que tuvieron tal sucesión de percances durante el trayecto.
Contrariamente a lo dicho, en la declaración hecha por Noriega puede leerse que ni César Perla ni Barcelona tenían aparato celular.
Perla, sin embargo, ha insistido en afirmar que, momentos previos a la caída del helicóptero, se comunicó con Carlos Menem Junior vía teléfono celular.
Para empeorar la situación, el encargado del citado parador aseguró que el Spirit blanco —que llevaba a los otros tres custodios que acompañaban al helicóptero—, también detuvo su marcha y sus ocupantes se pusieron a charlar con la gente de la camioneta.
La custodia ha justificado esta extraña detención en la necesidad de “cambiar los cascos (para la carrera) de un automóvil a otro”, a pesar de que ambos autos se dirigían al mismo lugar de encuentro: Rosario. Estos supuestos cascos que provocaron esa tremenda y estúpida demora, pudieron verse en la filmación de los restos del helicóptero el mismo día de la tragedia, ya que los llevaba el mismísimo Carlitos en la aeronave.
En resumen, a diez años de ocurrido tan tremendo atentado, todavía no se pudo establecer con precisión que hicieron ese día los integrantes de la custodia. No se ha podido establecer la cantidad de personas que viajaban en cada automóvil ni quiénes eran.
Tampoco se sabe cuáles cuántos teléfonos celulares o equipos de comunicación poseían. Menos todavía la cantidad de llamados hubo ni a qué personas fueron realizados. Algo que hubiera sido sumamente sencillo de haberse utilizado el sistema Excalibur, que tan buen resultado dio en la investigación del asesinato de José Luis Cabezas.
Christian Sanz
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