Un claro ejemplo de Transferencia

Lo dicho por Raúl A. Martínez cuando exhorta a los compañeros para que lo sigan apoyando para “resguardar el patrimonio de los afiliados” y a “no dar cabida a los aventureros de siempre que pretenden acceder a la conducción del gremio sólo para satisfacer necesidades personales sin importarles si en ese objetivo destruyen lo que tanto nos costó obtener en estos años”.
La proyección es un mecanismo de defensa” que opera en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. Se “proyectan” las cualidades, sentimientos, pensamientos, deseos, cualidades u objetos que no terminan de aceptarse como propios porque generan angustia o ansiedad, dirigiéndolos hacia algo o alguien y atribuyéndolos totalmente a este objeto externo. Por esta vía, la defensa psíquica logra poner estos contenidos amenazantes afuera.
Aunque el término fue utilizado por Sigmund Freud a partir de 1895 para referirse específicamente a un mecanismo que observaba en las “personalidades paranoides”  o en sujetos directamente “paranoicos”, las diversas escuelas psicoanalíticas han generalizado más tarde el concepto para designar una defensa primaria.[
Con frecuencia se utiliza también el término como sinónimo de otro concepto psicoanalítico, el de “transferencia”. Aunque están relacionados, no significan exactamente lo mismo, siendo la proyección un concepto más amplio: la transferencia es una forma particular de la proyección, en la que los deseos inconscientes correspondientes a una situación relacional del pasado se reactivan y transfieren (proyectándolos) a una nueva constelación de relaciones presentes.
La “transferencia”, como concepto psicoanalítico fundamental, es un componente de la vida social. Se proyecta en jefes de oficina o personas con poder, la figura del padre. Y el amor u odio, que éste genera, es trasladado a una figura que en tales órdenes debiera ser inocua. De este modo, el amor o el desdén que una persona puede encontrar en los otros, no es necesariamente un atributo del otro, sino propio. Lo interno se pone afuera.
El poeta no dice “yo estoy triste”, sino “ese árbol llora la tristeza de mis amores perdidos”. Lo propio, es puesto afuera.
En el ámbito de la “psicopatología”, el “delirio” es la postura afuera de algo interno. El mecanismo consiste justamente en que lo peligroso - que está adentro - es puesto en el exterior, como persecución amenazante o que causa horror.

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