“Aquel episodio decidí borrarlo”


Roberto Mario Coppolecchia era en 1976 el administrador del hotel del Sindicato del Seguro en Bariloche, y vivía allí junto con su esposa y sus tres hijos. Contó al Tribunal que el 21 de junio de 1976, “dos personas llegaron al hotel con la misión de revisar si tenían armas”, y  fue detenido en la comisaría local. Un mes después fue trasladado a la Unidad de detención Nº9 de Neuquén.

En la comisaría estuvo en una cucheta vendado y con las manos atadas atrás. Lo levantaron y lo sentaron en una cama metálica y alguien dijo “te equivocaste,  no era él” y lo regresaron donde estaba. A la noche siguiente lo interrogaron por gente de Bariloche. Más tarde lo llevaron a la U9 y dos días después recuperó la libertad.
Coppolecchia responsabilizó de su privación de la libertad al entonces  jefe de Gendarmería de Bariloche, el  coronel Néstor Rubén Castelli. En 1976 el hotel que administraba era lugar de reunión para jugar ajedrez, y allí participaba Castelli. En una oportunidad se negó a descolgar un retrato del General Juan Domingo Perón que había en el salón, aunque en la comisaría de Bariloche nunca le brindaron  los motivos de su detención.
Ante la consulta de si fue torturado, Coppolecchia respondió que depende qué se entienda por tortura, “una persona que es arrancada de su casa y de su trabajo y llevada detenida sin saber dónde está ni hasta cuándo en una celda de aislamiento es tortura, claramente, más allá del tomento físico”, consideró.
Relató que recién denunció los hechos en 2008, cuando lo visitó en su casa de Vicente López (provincia de Buenos Aires, ciudad donde reside actualmente) Noemí Labrune. Dijo que le está agradecido ya que “que le permitió retomar un tema que había puesto en el olvido. En el 76 tenía hijos chicos y aquel episodio me había marcado mucho, decidí borrarlo”, finalizó.

 “Es terrible porque esto nos marcó a toda la familia”

Graciela Elisa Arroyo, esposa de Coppolecchia, contó  cómo fue la búsqueda de su marido cuando fue detenido. Ella estaba en Buenos Aires con sus dos hijos menores, en tanto que su esposo quedó en Bariloche con la otra hija del matrimonio.
Debido a que  esperaba  el llamado de su esposo, que no llegaba, Arroyo consiguió un teléfono. Cuando llamó no contestó su esposo, sino que le respondieron  otros empleados del hotel, con la triste noticia de que a su esposo lo habían detenido y que su hija mayor, de tan sólo 6 años, había quedado con gente del hotel.
Arroyo se comunicó con el Sindicato del Seguro y regresó a Bariloche. Se enteraron que Coppolecchia estaba en la comisaría de la ciudad, y pudo verlo en una ocasión. Estaba “deprimido y triste”, recordó.
Concurrió al Batallón de Bariloche donde un teniente coronel Burgoa,  le dijo que “estaban en guerra y que esto lo hacían por las futuras generaciones”.
Por “gente buena que lo vio en al aeropuerto y me dijo”, se enteró que su esposo había sido trasladado a Neuquén. Alli nunca pudo verlo, pese a que cuando fue al comando, un jefe militar -de quien no se acordaba su fisonomía- que la atendió en el primer piso del comando, le dijo que  ”sí lo tenemos aquí” y que “me quedara tranquila, ya lo va a ver”. Debio volver a Bariloche sin más respuesta, ya que debía cuidar por sus tres hijos que habían quedado allá.
Cuando regresó a Bariloche, casi un mes después, Coppolecchia era otra persona. “Estaba muy flaco, muy triste”, sostuvo su esposa. “Pensábamos vivir en Bariloche, pero nos tuvimos que ir de allí”. Mi hijo menor, de cuatro años, veía un soldado y temblaba”.
Sindicato de Prensa de Neuquén

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